lunes, 7 de diciembre de 2009

PAPA NOEL


ESTE AÑO NO ME PASARA… ME HE COMPRADO EL KIT COMPLETO EN UN TODO A 100, EL TEMA DE LOS RENOS… LO ESTOY PENSANDO…
No recuerdo exactamente cómo fue que decidí aceptar la tarea, pero os puedo asegurar que el primer día como ayudante de Papá Noel no fue precisamente como esperaba.Pensé que él me daría un traje rojo y que yo debía estar bien entrenado para bajar por las chimeneas sin despertar la más mínima sospecha. Pensé que el jefe me daría unos renos mágicos y que mi trabajo sería sobrevolar los tejados de un barrio de niños afortunados. Quizás había visto muchas películas y por eso me costaba mucho imaginar la Nochebuena de otra manera.Faltaban pocos minutos para la medianoche y todos los ayudantes estábamos listos para recibir las instrucciones. A mí, sinceramente, me preocupaba el hecho de que no me hubiera dado siquiera una barba blanca.El jefe, al que veía por primera vez, me dio una pequeña bolsa, un papel con una dirección y me palmeó la espalda sonriendo con una expresión que me hizo olvidar las pequeñas cuestiones que me venían preocupando.Me había tocado un edificio gris bastante alejado de las luces del centro. El reloj se había clavado cinco minutos antes de las doce y llegué al lugar sin recordar exactamente el camino que había tomado.
Sin el traje, ni los renos, ni el trineo que yo imaginaba debía estar conduciendo aquella noche… aparecí en una habitación enorme donde un centenar de camitas se disponían en filas de dos. Todo estaba tranquilo, el silencio de la habitación sólo se cortaba con la cadencia de mis pasos invisibles haciendo eco en los techos altísimos y las paredes limpias de todo color. Teniendo en cuenta el número de camas, habría allí cerca de cien niños, y yo sólo tenía una pequeña bolsa -¿Será una prueba para los principiantes? - pensé.
El tiempo seguía detenido y yo ya estaba junto a un árbol de Navidad tan improvisado como hermoso. No se parecía mucho a esos que se pueden ver en las vidrieras, sólo el que lo mirara con buenos ojos podía llegar a adivinar un árbol de Navidad en aquella mata seca, pero al menos me sirvió para saber dónde debía dejar el regalo.No pude resistir la necesidad de averiguar si se trataba de un error y abrí la bolsa para ver si había una carta o algo que lo explicara. Tal vez las bolsas se confundieron y en este momento algún niño estaba recibiendo cien regalos. El contenido de la bolsa cayó al suelo sin que pudiera evitarlo. En ese preciso instante los relojes volvieron a funcionar.¡Qué mal comienzo! Dije. Sólo una pelota, esa que ahora se alejaba de mis pies por el largo pasillo, era el regalo que Papá Noel había pensado para todos estos niños.
Permanecí inmóvil junto al supuesto árbol y las puertas de la habitación se abrieron de par en par. Se encendió una luz que iluminó todo el salón y los niños entraron en estampida dando saltos y corriendo hacía lo que era su regalo en aquella noche tan esperada.¡La pelota! Gritaron. Yo estaba confundido. No parecían desilusionados. No corrieron hacia las ventanas para tratar de ver el instante justo en que los renos, que yo no tenía, tiraban del trineo, que tampoco me habían dado, para cruzar el cielo de la Nochebuena.Alguien se detuvo a mi lado y me dio las gracias. Yo me asusté, pensaba que nadie podía verme. Mire, yo... es mi primer día, seguramente las bolsas se confundieron... -El hombre sonrió… -No se preocupe amigo. Los niños querían la pelota. Yo continué diciendo: -Pero son muchos… .Él trató de calmarme, no hay problema con eso. Ellos están acostumbrados a compartir todo. En lugares como estos lo primero que aprenden a compartir son las tristezas, imagínese que no van a tener problema en compartir una alegría.Yo me sentí muy extraño, estaba confundido, y decidí marcharme.
Pensé, por primera vez en aquella noche, que el jefe no se había equivocado, y que a pesar de no darme trineo, ni barba, ni un traje rojo, me había dado el mejor trabajo del mundo.Casi al final de la angosta calle pude apreciar como Papá Noel se alejaba …

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