sábado, 18 de septiembre de 2010

ADIOS..., GITANA, ADIOS...

La vida es muy compleja, pero es bastante incomodo instalarse en la complejidad, porque exige planteamientos continuos de opciones y requiere una permanente demanda de análisis y diagnósticos. No es extraño, que la mayoría, nos refugiemos en la simplicidad, que a veces llega al simplismo, porque así nos permite un descanso intelectual. De ahí, que cuando surge la polémica, el simplismo se enseñoree de las opiniones que requieren múltiples matizaciones y se terminen con veredictos rápidos e iracundos.
No puede ser cierto que todos los gitanos sean molestos, peligrosos y perjudiciales para la convivencia, pero tampoco me creo que sus asentamientos sean recibidos con alborozo y alegría, que sus campamentos contribuyan a alegrar el paisaje y paisanaje, y que su subsistencia sea como la de los pájaros del evangelio, que ni siembran, ni cosechan trigo, pero siempre tienen de que comer.
Tampoco es posible pensar que Sarkozy se levante una mañana y se diga que hay que imitar a Hitler y, puesto que los judíos tienen mucha influencia, lo mejor sea expulsar a los gitanos.
En España viven más de medio millón de ellos, pero hace tiempo dejaron atrás la vida trashumante, se han integrado en la sociedad, conservan algunos sus costumbres, y los hay licenciados, los hay vagos y los hay honestos y los hay delincuentes, en la misma proporción que entre los payos.
Muchos creemos que la solución de Sarkozy es simplista y brutal, pero también es simplista admitir que la creación de núcleos chabolistas de gitanos, alrededor de las ciudades es buena y haya que aceptarlo en nombre de los derechos humanos. Porque siguiendo esa línea simplista quien sostenga eso es un estupido y Sarkozy un fascista, lo cual es tan simplista como injusto.