jueves, 18 de febrero de 2010

EL ULTIMO GUATEQUE

Recuerdo aquellos guateques de antes, todos entorno al tocadiscos portátil con sonido de lata para escuchar los últimos gritos musicales .Era una época en la que casi todo estaba prohibido, por no decir todo. Tirabas de agenda que era como las paginas amarillas del ligoteo. Todos los conocidos aparecían en ese bloc muy útil para convocatorias marchosas.
Allí estaban registrados todos y lo mas importante, TODAS, con anotaciones (Buenorra, se deja, Callo, Tetas gordas…) y un largo etc. de explicaciones. Unos se encargaban de la bebida, Coca Cola, Mirinda y Ginebra Larios, otros de algo para picar, olivas cacahuetes, patatas fritas…) otros de la música, Los brincos, Los Sirex, Los Beatles y Sandy Shaw, que era lo mas in del momento. Lo primero era aconsejar al encargado de la música, que sobre todo lentas. Se empezaba con música moviditas, para pasar con gran celeridad a las lentas, era el momento supremo, nos apresurábamos en coger a la chica de nuestros sueños o a la que según nuestras anotaciones y en rojo ponía “Se deja”. En realidad no pasaba nada, porque no nos atrevíamos ni nos dejaban, pero ese baile agarrado con la chica de nuestros sueños nos hacia sentir tocar el cielo. Eran momentos breves, apenas tres o cuatro minutos y hay estaba la profesionalidad del disyokey de turno para cambiar de canción a la velocidad de la luz para que ninguna pudiera reaccionar y sentarse.
En el baile lento no se hacían alardes, solo se giraba un poquito para que no dijeran que estábamos parados y se intentaban apretar todo que se podía y si te tocaba alguna que consentía, aquello entonces era el súmmum. Había un vinilo casi sin surco que poníamos hasta la saciedad,”je t´aime moi non plus” de Jane Birkin, era el no va mas del erotismo si podías te dabas un mordisco y si era con lengua para que contar, como estaba la testosterona entre otras cosas.
De repente cuando mejor estaba la cosa, llegaba el Coitus Interruptus, sonaba un Twist, o un rock and roll y tocaba separarse. Y a eso de las nueve, con los dientes largos entre otras cosas, había que recoger, pues antes de las diez teníamos que estar en casa. Llegabas siempre tarde, con dolor de cataplines y alguna reprimenda, pero había merecido la pena. Y a esperar al próximo a ver si teníamos mas suerte. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.