jueves, 22 de abril de 2010

VAYA ZORRERA

Hasta hace poco de Islandia, solo conocíamos su salmón y poco mas ahora, ya conocemos El Eyjafjallajökull, ese volcán de nombre impronunciable, que ha despertado durante unos días y para que os voy a contar la que ha liado. De vez en cuando un volcán en erupción no viene mal.
Algunos dirán que es lo que nos faltaba con la crisis, pero lo cierto es que esta parálisis aérea ha venido muy bien a más de un sector, incluidos aquellos avispados que se han dedicado a recorrer Europa con el taxímetro en marcha.
Es posible sentir una intima satisfacción al observar esa enorme nube negra que se expande sobre las cabezas de los europeos descomponiendo agendas, previsiones, destrozando controles y protocolos y poniendo en cuestión todo el sistema erigido sobre las asépticas normas de la eficiencia. Todo se viene abajo ante las nubes de ceniza de un volcán, igual que ha pasado siempre.
Nadie habla de la ira de los dioses, sino de las angustias de los pasajeros que deambulan como zombis por los aeropuertos sin información alguna. Un transito de la mitología a la indignación del usuario, eso es, a fin de cuentas, el progreso.
Que un volcán ponga patas arriba a Europa nos deja sin palabras. Todo seria más sencillo si nos contaran que la erupción fue provocada por un oscuro grupo de poderosos. Acostumbrados a que todas las catástrofes de nuestro tiempo acaben en reclamaciones, en juicios, comisiones y dosieres, la lava del volcán, los gases y las cenizas, que emergen del centro de la tierra , nos enfrentan a nuestro verdadero tamaño, ese que nos empeñamos en olvidar una y otra vez.