miércoles, 25 de noviembre de 2009

CALLEJEAR



Me gusta callejear, recordar momentos de mi infancia, miradas

pérdidas y esquinas encontradas con besos robados

Me gusta recordar esos momentos como si fuera el borrador del guión de la vida, quitando los fragmentos de tragedia.

Me gusta ver la gente mientras persigue su futuro, me gusta vivir el presente para ver si hay eternidad, en fin me gusta vivir.

Aunque para ello el futuro en un segundo sea presente y al segundo siguiente sea pasado.

A veces me entristece ver que el decorado ha cambiado tanto que no lo reconozco, el atrezzo es otro, a veces irreconocible y los actores no los conozco, y eso que la obra a representar sea la misma….

Las tiendas de mi infancia han desaparecido…donde compraba chuches hay una peluquería y en la peluquería han puesto un todo a 100, aquel cine rancio ,donde se olía hasta a los actores, se ha transformado en un súper, que ya no es aquel colmado con olor a sardinas rancias.

Etxebarri ( Todo a la brasa )


Mejillones con jugo de zanahoria y polvo de choriceros


Vittor Arginzoniz es un personaje único e irrepetible. Un genio que ha revolucionado la cocina de la hoguera. Un artista contemporáneo de la brasa. Un visionario que ha tecnocratizado los utensilios primarios. El ha ideado los medios para poder lograr los fines. Después de inventar unos cuantos artilugios, prosigue su camino. En esta ocasión una olla a la que se ha abierto un cráter cónico en el mismo centro, por donde fluyen las humaredas de pino, que perfuman al vapor los mejillones, mejillones que justo se abren, justo empiezan a abrirse, momento en el que se retiran y se desconchan. El poco jugo que han soltado en su cocción al vapor de pino, se entremezcla con un fondo de zanahorias, que se ha obtenido de reducir a fuego muy pausado y durante media hora, más o menos, el zumo licuado, que así adquiere intensidad. Se entremezclan los sabores yodados del marisco con los dulces del bulbo. Esa complejidad sápida es una extensión de los propios mejillones, que mantienen todo su carácter, toda su oceánidad. Mejillones yodados y dulces que cuentan con un sazonamiento un punto astringente: un polvo de choriceros. Ingrediente que entronca con la más profunda gastronomía vizcaína, que ha hecho de este pimiento un estandarte local. Magia esencial y supernatural con mucha literatura.