lunes, 18 de octubre de 2010

PUENTE EN DONOSTIA

La ventaja de vivir en el centro, es que cuando vienen las Fiestas delPilar, no se puede dormir y tienes que buscar otras opciones. Hacía días que me rondaba la idea de volver a visitar el restaurante Elkano, así que cuando se planteó dónde darnos un buen homenaje durante este puente, no tuve ninguna duda. Situado en el pequeño pueblo de Guetaria, es toda una institución de la cocina marinera, y como en casa nunca nos faltan ganas de comer buen pescado, nos pusimos en marcha. El comedor estaba lleno, turistas y no turistas a la mesa en un comedor amplio y de decoración clásica. El servicio, en la línea de los restaurantes vascos, con amplia presencia femenina. La carta es esencialmente marinera, con una fuerte presencia de pescados y mariscos y dos referencias carnívoras de cortesía. La lista de pescados presentes es rica en especies: mero, besugo, rodaballo, merluza o lenguado entre otros. Estos se asan a la parrilla en brasas de carbón, situada en la calle junto a la entrada al restaurante, una de las mejores bienvenidas que te pueden hacer en un restaurante de pescados. Nosotros tomamos, un Salpicón de Bogavante, unas cocochas de Merluza a la brasa y un Rodaballo también a la brasa. El rodaballo SUBLIME, como todo lo demás.
Hay lugares a los que uno siempre quiere volver, y en mi caso, el restaurante Mendizorrotz está en un puesto muy alto en mi lista de sitios preferidos. Siempre que visito Donosti busco el momento para comer o cenar en este restaurante-bar situado en el pueblo de Igeldo. A lo largo de la carretera que sube al monte Igeldo y que alarga su camino hasta Orio, hay una buena lista de tabernas y restaurantes a los que acuden los donostiarras, y no es extraño, a pesar de estar relativamente alejados de la ciudad, ver sus parkings llenos de coches y los comedores hasta la bandera. Unos más que otros, eso sí, y en Mendizorrotz, es mejor ser previsor y reservar una mesa en el bar, por si las moscas. Por supuesto, una de las noches subimos a cenar a Mendizorrotz, no sin antes asegurarnos una mesa en su populoso bar. La tónica general en este local es siempre la misma: buenos productos, servicio atento y una cocina limpia y puntual. El restaurante está separado en dos zonas: el bar y el comedor de carta. Ya antes de entrar teníamos una idea de lo que íbamos a pedir, pues la carta de platos tradicionales se mantiene en el tiempo, enriquecida por los productos de temporada. Nosotros tomamos unas guindillas fritas, una tortilla bacalao, unas croquetas de hongos y un chuletón, para terminar, pantxineta. Como siempre no defraudo.
Nuestra última visita fue volver a subir los peldaños de Casa Urola, que llevan hasta su relajado y clásico comedor. Recordando algunos platos que probamos hacía tiempo, revisamos la carta en la que se muestra un menú degustación que tiene muy buena pinta, y nos decantamos por una selección de platos : Ensalada de bacalao confitado, Txipiron sobre piperrada y un Rabo de Buey con verduras, para terminar con una brocheta de frutas gratinadas con Fondeé de chocolate Pero antes de comenzar con el desfile de viandas, comentaré un detalle muy importante, y es que el comedor, que no es demasiado grande, está sabiamente dosificado, ya que en contra de la costumbre que muchos restaurantes tienen de apiñar mesas para aumentar el número de comensales, en el Urola las mesas dejan respirar las unas a las otras, sin agobiar al comensal. Tras tomar la comanda llegó a nuestra mesa el aperitivo, unos chupitos de crema de marisco fría, que nos pusieron a tono para la comida..Las mañanas fueron de Tapeo. Ya solo nos queda volver a casa y esperar a otra escapada gastronomica.