martes, 16 de febrero de 2010

LAS TEMPORAS

Las témporas, no confundirlas con la parte en que la espalda pierde su casto nombre, o sea, y con perdón, el culo. Las témporas son los cuatro tiempos de la liturgia católica que coinciden con el final de cada estación y el comienzo de la siguiente.
En su origen, el objeto de las témporas era dedicar un tiempo a dar gracias a Dios por los beneficios recibidos de la tierra y a pedirle su bendición sobre las siembras para que produjeran cosechas abundantes.
A diferencia de otros métodos populares (como por ejemplo, las cabañuelas, que tienen en cuenta días fijos y continuados) en realidad las témporas son fijadas cada año según el calendario lunar, utilizándose referencias religiosas sólo para facilitar su cálculo, sin ninguna influencia mágica o sobrenatural
Popularmente, especialmente en el norte de España, se han empleado las témporas para tratar de predecir el tiempo que hará en cada una de las estaciones siguientes a las témporas correspondientes. A pesar de que los días de témporas son los mismos en todas partes, la interpretación que se haga difiere mucho de un lugar a otro.
Témporas de Primavera (o Primeras): Son el miércoles, viernes y sábado de la segunda semana de Cuaresma.

Témporas de Verano (o Segundas): Son el miércoles, viernes y sábado de la primera semana después de Pentecostés.

Témporas de Otoño (o Terceras): Son el miércoles, viernes y sábado siguientes al 14 de septiembre, día de la Exaltación de la Santa Cruz. Si este día cae en miércoles, entonces las témporas serán el miércoles, viernes y sábado de la semana siguiente.

Témporas de Invierno (o Cuartas): Son el miércoles, viernes y sábado siguientes al 13 de diciembre, día de Santa Lucía. Si este día cae en miércoles, entonces las témporas serán el miércoles, viernes y sábado de la semana siguiente.

NIEVE

EL VIAJE

El otro día fuimos de viaje, y veía con extrañeza, como los ocupantes de los vehículos que adelantábamos iban todos en silencio, con rostros impersonales. Me preguntaba cual seria la razón, cosa que descubrí al parar en un área de servicio. Todos llevaban su MP3, su Móvil, su PDA, su Game Boy Pocket, vamos esa infinidad de artilugios que existen en el mercado.
Antes íbamos por carreteras sin peajes y curvas y mas curvas, una radio colgada del espejo, con las ventanillas bajadas si era verano y con bufanda si era invierno. Los viajes se amenizaban con discusiones familiares…, con paradas en pueblos a pie de carretera, donde te tomabas un par de huevos fritos con puntillas y pan de hogaza, si la economía era poca sacábamos los bocadillos para darle un mordisco entre curva y curva. Si tenias niños, tatareabas todo el repertorio musical infantil, hasta la afonía.
Multitud de paradas, pues los viajes duraban una eternidad, una parada porque, uno se mareaba, otra para tomar un café, otra porque la suegra también tenia derecho a mear, a igual que “Pipo” el perro de la pequeña, otra para preguntar por el destino, en alguna plaza de pueblo perdido. Cuando llegabas, venia lo más gratificante, descargar durante dos horas infinidad de paquetes repartidos por cualquier hueco posible, me río yo de la capacidad del maletero de los coches actuales.
Después de estar ubicados, dado de cenar a los enanos las sobras de las fiambreras, te fumabas un cigarrillo en tranquilidad y te ibas a dormir. Le metías mano a la parienta y ella dándose media vuelta, te decía: Manolo… ¡no…! que estas muy cansado…, déjalo para mañana.

“Coja la primera salida a la derecha”, decía la voz del navegador, lo que me hizo volver a la realidad, lo mejor es que esta noche seguro que me toca, no estoy nada cansado.