miércoles, 4 de agosto de 2010

LAS LUCES SE VAN AL EXILIO

En los sesenta la televisión empezó a dar corridas de toros, en los pueblos se paraba hasta el ordeño de las vacas y todo el pueblo se arremolinaba frente a un único televisor en b&n y con una única cadena. Entre los mayores el fervor por la fiesta era más que manifiesto.
Se vivían los oles, el b&n estilizaba mas la figura de el Viti y marcaba las curvas de Atº Bienvenida. El directo era el mejor ruedo para el cordobés, con los saltos de la rana. Eran toreros de talla que reinaban en el imaginario colectivo. Contra lo previsto, la algabaria cañí de los ochenta revitalizo la copla y metió al torero en un mundo de brillos.
Llego el Plus a meterse tan cerca de la faena, que no se podía aguantar. Tenia que ser ahora, cuando las prohibiciones tenían que llegar. Justo cuando la tauromaquia vuelve a tener epicentro. La era de José Tomas. De Manolete a Tomas, de Goya a Picasso.
Y ahora que va a pasar ¿Vivirá el toro y morirán los toreros?

Los que juegan con la muerte cada tarde ante el último animal salvaje que nos queda, ¿Serán exiliados sin luces? ¿Se extinguirán? Quizá en esos paraísos de la realidad de donde los acaban de expulsar, terminen usándolos como protagonistas de una realidad virtual en algún videojuego. Ahora que soñábamos con el 3D, se van los toreros. Y preguntas ¿por quien doblan las campanas? Lloran por ti que no sabes torear.