Posiblemente la fiesta española más conocida fuera de sus fronteras sea la de San Fermín, en Pamplona, protagonista absoluta de los noticieros entre el 6 y el 14 de julio. Curiosamente, el patrón de la ciudad no es San Fermín sino San Saturnino (29 de noviembre).
Se trata de una festividad cuyo origen se remonta a la Baja Edad Media, cuando se instituyó una feria comercial para cristianizar y unificar otras anteriores de origen pagano. La primera noticia documentada es de 1591. Sin embargo la imagen actual, la de los encierros, trajes blancos y pañuelos rojos, la que ha dado fama mundial, no se difundió hasta 1926, año en el que Ernest Hemingway escribió la novela Fiesta tras una visita a Pamplona.
El jolgorio empieza a las 12:00 de la mañana del día 6 con el chupinazo, lanzamiento de un cohete desde el balcón principal del Ayuntamiento. En 1941 se instituyó la costumbre de gritar “Pamploneses: ¡Viva San Fermín!”. Desde 1979 se le añadieron un “pamplonesas” y un “¡Gora San Fermín!” en euskera.
El mismo día 6 había otra tradición denominada el Riau-riau, consistente en que el pueblo acompañaba, cantando multitudinariamente el Vals de Astrain, el camino que realizaba la Corporación Municipal desde el ayuntamiento hasta la iglesia de San Lorenzo para la ceremonia religiosa de las Vísperas. En 1914 un carlista que trató de impedir este trayecto inauguró sin pretenderlo una tradición, la de retrasarlo lo más posible, que después se ha ido convirtiendo en un pulso ideológico; actualmente especular sobre si se podrá llevar a cabo el Riau-riau casi forma parte de los festejos. 
El día siete empieza la semana más taurina, ruidosa, alcohólica y trasnochadora de todo el año. Cervecita pá arriba, cervecita pá abajo, callecita pá arriba, callecita pá abajo… 
¡Cuidaó que viene el toro! Y a correr se ha dicho. Y eso no hay cuerpo que lo aguante sin echar una cabezadita, y aunque siempre hay un banco o un césped para un apuro y a dormir la mona en San Fermín. El desmadre esta garantizado.
Posiblemente la fiesta española más conocida fuera de sus fronteras sea la de San Fermín, en Pamplona, protagonista absoluta de los noticieros entre el 6 y el 14 de julio. Curiosamente, el patrón de la ciudad no es San Fermín sino San Saturnino (29 de noviembre).
Se trata de una festividad cuyo origen se remonta a 
El jolgorio empieza a las 12:00 de la mañana del día 6 con el chupinazo, lanzamiento de un cohete desde el balcón principal del Ayuntamiento. En 1941 se instituyó la costumbre de gritar “Pamploneses: ¡Viva San Fermín!”. Desde 1979 se le añadieron un “pamplonesas” y un “¡Gora San Fermín!” en euskera.
El mismo día 6 había otra tradición denominada el Riau-riau, consistente en que el pueblo acompañaba, cantando multitudinariamente el Vals de Astrain, el camino que realizaba 
El día siete empieza la semana más taurina, ruidosa, alcohólica y trasnochadora de todo el año. Cervecita pá arriba, cervecita pá abajo, callecita pá arriba, callecita pá abajo… 
¡Cuidaó que viene el toro! Y a correr se ha dicho. Y eso no hay cuerpo que lo aguante sin echar una cabezadita, y aunque siempre hay un banco o un césped para un apuro y a dormir la mona en San Fermín. El desmadre esta garantizado.
