Me encontré de bruces sin buscarla, embalada sin gracia, resaltaba entre un montón de bultos una estrella de Sheriff con sus correspondientes pistolas y esposas.
Así fue como recordé por unos instantes las visitas a la casa de mis abuelos. Tras el protocolo de los saludos y besos, me enfundaba mi traje de Sheriff, mi sombrero y el chaleco sobre el que colocaba mi estrella.
Estrella que me convertía en defensor de la ley y el orden frente a forajidos y ladrones. Recorría la casa en busca de ellos, historias alimentadas por mi admiración de series como Bonanza y películas del Oeste.