viernes, 13 de agosto de 2010

ESPERANDO LA OLA

Hasta los poetas recurren a las olas del mar para expresar el constante retorno... Hasta el tiempo se convierte en metáfora en la orilla de la playa, donde estos días estivales la crisis se parece a esa nube puñetera y persistente, que no se va.
Volverá el invierno frío para dejarnos helados y el rosario de estadísticas en gris y negro, pero nos pillara con pantalones largos y calzoncillos de felpa.
Casi sin darnos cuenta llevamos tres años de la crisis, de aquellas hipotecas basura americanas. Cedió la puerta y salio el alud de escombros, escombros que el capitalismo descontrolado se precipito en esconder debajo la alfombra, pensando que no lo veríamos.
Desde entonces, nos han dicho que nada volverá a ser como antes y todo cambiara. Yo empiezo a dudar si ese discurso sea solo un mero acto de contrición, obligado por las circunstancias. Estamos achicando el agua, pero no arreglamos la gotera del techo y el nivel de agua sigue subiendo.
Greenpeace ha difundido fotos antiguas y actuales de la costa, donde se observa la transformación salvaje de la misma. Las olas son las mismas pero el alrededor es muy distinto.
He visto lo que fueron frondosos pinares ahora calcinados, he visto urbanizaciones donde había higueras y huertos. Es jodido reconocer que esa voracidad ha traído parte de nuestro bienestar y ha sido a la vez, causante de esta puñetera crisis.
Ha vuelto el verano de nevera, hamaca y bocata, si es que alguna vez no fue así. Entre tanto los “listos” que nacieron como hormigas al calor del sector inmobiliario deben estar como los lagartos, hibernando en algún sitio, esperando la ola que siempre acaba por volver, los devuelva a la orilla.
Volverán a sacar el dinero de debajo del colchón y veremos entonces que pasa.