viernes, 28 de mayo de 2010

CROAC...CROAC

Los españoles vivimos los cuentos al revés, me explico, a nuestro príncipe Zapatero lo ha besado la cruda realidad y se nos ha convertido en rana. Ayer seducía con su verborrea, hoy croa. Su ilusa manera de no querer ver las cosas, había contagiado a mucha gente, estuvieron a punto de ponerle un quiosco de la Once. Mucha gente de su sector político, anclados en el sentimiento de la sigla, le impide en muchas ocasiones emerger a la luz de la razón y menos al sentido común. Su discurso había calado entre los que solo querían oír buenas nuevas, aunque tuvieran la sospecha de que fueran mentira. Ya hace tiempo que debatieron Solbes y Pizarro y creyeron al más gratificante Solves que les contó que no había problemas.
Alguien llamo a la puerta, se metió en la cocina, abrió los grifos y el agua llego hasta el tejado. Lo curioso es que aquellos que presagiaron el desaguisado, fueron desterrados del feliz reino y tratados como malévolos dragones.
Aquello fue el principio del cuento y entre cuentos nos ha venido trayendo ZP desde aquel día. No contó el del lobo que no venia, el del cántaro irrompible, el de la lechera y muchísimos mas, hasta aquel que ya estábamos a puntito de ser felices y comer perdices. Nos contó cuentos cada vez más increíbles. Tanto la Salgado hace tan solo un verbo y unas horas y confirmándolo ZP, nos volvía a contar otro cuento anunciándonos una vez mas y por duodécima vez en un año que lo peor había pasado, menos mal.
Tuvimos cuentos como “Hansel Pepiño” y “Gretel Pajin” haciendo casitas de chocolate. Sonaron los clarines monclovistas, para anunciar el acontecimiento planetario, ZP iba a presidir Europa vestido de púrpura. Ese ha sido el cuento. En el cuento han pretendido que viviéramos para seguir ellos, del cuento vivir. Pero los cuentos se acabaron, ya nos contó todos. Llego el beso, y nuestro encantador príncipe ahora es rana. Que allá el y sus croares.Lo peor es que nos ha dejado el castillo destartalado y convertido en una charca. Debe haber más ranas, pues se oyen más ¡Croac! ¡Croac!...