jueves, 2 de diciembre de 2010

CALIMOCHO

Javier Beodo ha ganado 449 concursos de beber calimocho,

afirma que no es una cifra tan alta cuando te dedicas a esto profesionalmente.

Javier, asegura que este no ha sido un buen año para él, ya que ganar 449 concursos de beber calimocho, para alguien que se dedica a esto profesionalmente, como es su caso, no es tanto en comparación con campeones de Navarra y el País Vasco a los que reconoce admirar desde que era sólo un chaval y participaba muy ilusionado en sus primeros botellones.“Hay que entender que es sólo mi tercera temporada como profesional y, además, el invierno pasado reconozco que me confíe y, por falta de voluntad, tomé demasiadas frutas, verduras, zumos y agua mineral. Como era de esperar, se me fue el callo del hígado. Por este motivo, tuve una pretemporada muy floja y me ha costado mucho volver a estar al 100%”.
No obstante, se ha hecho con triunfos importantes como el del Gran Premio de la Rioja, el Gran Premio del Priorato, el Gran Premio de Cariñena, el Gran Premio de la Ribera del Duero y el Gran Premio de Gurrea de Gállego. De todos modos “los triunfos que me producen más orgullo son en mi pueblo, Remolinos, donde descubrí esta apasionante afición”. Victorias que celebran todos los habitantes de Remolinos bañándose en la fuente de la Plaza Mayor ataviados de banderas con el escudo del pueblo y cantando el No te vallas de Navarra, esto último “por nada en especial, simplemente es un himno muy bonito que nos gusta mucho a todos”.
Según sus preparadores físicos, para conseguir entrar en el prestigioso ranking nacional, es aconsejable entrenarse a base de copiosas raciones diarias de cocido, migas con bien de chorizo y bocatas de panceta, todo regado por abundantes caldos del país en tetrabrik aderezados con refresco de cola, preferiblemente del Lidel, la marca más habitual en este tipo de concursos.Ha añadido el campeón entre lloros: “lo más importante es que cuento con el cariño de mi familia que me apoyaron desde muy niño y es a quienes dedico todos mis triunfos ya que sin ellos, probablemente, estaría tirando mi vida al retrete, por ejemplo, en las aulas de una universidad. Afortunadamente, lo dejé todo para centrarme con entusiasmo en algo que fuera, de verdad, útil para mi pueblo de Remolinos y para toda la humanidad y, de este modo, servir de ejemplo, especialmente a los más jóvenes”.

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