miércoles, 24 de marzo de 2010

UNO MAS...

Antes de nada quiero aclarar que soy alto, guapo, mi cuerpo un mapa de anatonomia, todo músculos y con mucha tela marinera... o quizás no....?
Siempre nos creemos que somos la leche, único como decía mi madre. En cierto sentido, es verdad, aunque tenemos genes que nos identifican y nos diferencian de los demás. Pero si hay que etiquetar a un tipo de normalillo, ese soy yo. Soy el perfecto “del montón”. Los del montón somos esos que están siempre en el medio y nunca salimos en la foto aunque no nos movamos... Sin nosotros, no pasaría nada, porque cualquier otro podría ocupar nuestro puesto y no se notaria nada.
Por eso, estoy orgulloso de ser del Montón. Desde el punto de vista optimista, estamos por encima de los feos, e incluso, de los parados. No soy tonto. ¡Ni mucho menos! El problema viene de que uso mi ingenio para ver el canal de pago gratis o bajármelas de Internet, para escaparme del trabajo y uso mis habilidades, para saber dónde colocarme en la parada del autobús y quedarme en la puerta para poder salir el primero en mi parada, aparentar que leo y no peder de vista a esa mujer atractiva que tengo enfrente. Bueno, realmente uso mucho mi ingenio.

Os preguntarais ¿Que cómo soy físicamente? Pues del montón. Estatura media, española que es la buena, metro setenta. Tengo unas entradas que parecen una plaza toros o de mítines, según quien lo lea. Y una barriga muy cuidada, fruto de lo antes expuesto anteriormente. Y, no me considero feo. Las mujeres, siempre comprensivas y sensibles, me incluyen en esa categoría de la que estoy orgulloso. Y no, no me ofende cuando escucho a alguna decir que soy “del montón”. Lograr mantenerme en esta clasificación media mientras los años van pasando tiene muchísimo mérito digo yo...
Por ser del montón, al salir de marcha con los amigos me tengo que conformar con los restos de serie. A ellos les basta con sonreír para que la chica caiga a sus brazos. Yo me pongo delante del espejo busco mi mejor perfil, y sonrío, pero siempre me veo la misma cara de bobo del montón.
De todas formas, me consuelo con decirme a mi mismo que la belleza realmente está en mi interior, por lo que soy bellísimo.

A veces consigo triunfar con las defraudadas mujeres que otros dejan por el camino. Realmente, todas mis novias han sido de rebote. El problema es que, aunque interiormente sea un perfecto adonis y exteriormente tampoco sea feo del todo, mis novias se dan cuenta de la cruda realidad: soy del montón. Todas me ven muchas posibilidades, pero me acaban dejando cuando ven que mi actitud es la del placer inmediato. Soy del montón, ¡por Dios! Del medio de la tabla.

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