sábado, 6 de febrero de 2010

EL TORO DE OSBORNE

Es habitual utilizar la expresión “piel de toro” para referirnos a España, una imagen que debemos al geógrafo griego Estrabón, quien la utiliza en tres ocasiones en sus descripciones de la Península Ibérica.

Corría el año 1956. Tiempos de franquismo, de hambre, de represión... También de folclore, de fiesta nacional, de reivindicación de la España cañí. En ese contexto nació el Toro de Osborne, uno de los grandes símbolos de la publicidad patria.

El icono comercial llegó de la mano de Manolo Prieto, artista colaborador de la agencia Azor y encargado de dibujar un prototipo para el Brandy Veterano de Osborne. Esta empresa familiar del Puerto de Santa María (Cádiz) se había lanzado a producir licores en 1772 y buscaba un símbolo publicitario para identificar a uno de ellos. Así, sin saberlo todavía, se encontró con lo que sería el emblema de su marca. Era un simple trazo en negro que representaba la silueta de un toro bravo e iba a ser utilizado en una campaña exterior y en la etiqueta de la botella.Meses después, en noviembre de 1957, los primeros toros colonizaban las 'veredas' de la red de carreteras. Desde entonces, han conseguido hacerse un hueco en los lugares más destacados de la geografía española, convirtiéndose en símbolo cultural y fuente de inspiración para artistas de disciplinas que sobrepasan lo publicitario, como Dalí, Almodóvar o Bigas Luna. Los primeros toros eran de madera, medían cuatro metros y llevaban la marca 'Veterano' pintada en blanco. En 1961 su naturaleza mutó. Sus constructores -la familia Tejada- optaron por la chapa metálica para evitar el deterioro e hicieron que crecieran hasta los siete metros. La publicidad funcionaba y justo entonces ocurrió algo que la convertiría en leyenda del sector: empezaron a llegar las "amenazas" en forma de normativa.La primera se aprobó en 1962. Una nueva ley sobre publicidad en carreteras fijó que todo anuncio estuviese a 125 metros de distancia de las vías. El Toro se alejaba de la vista de los conductores y Osborne reaccionó duplicando el tamaño de sus logotipos.
El Toro de Osborne es mucho más que un símbolo comercial. En ocasiones, ha llegado a rozar el terreno político, como símbolo de la identidad de España, por lo que nacionalistas de Cataluña, Comunidad Valenciana y las Islas Baleares han boicoteado y derribado los expuestos en su territorio.
Entre 1990 y 1994 asociaciones y particulares incluso celebraron recogidas de firmas para convertir al toro en "símbolo cultural y artístico" de los españoles y salvarlo de la persecución a la publicidad exterior.En 1994, el Reglamento General de Carreteras del MOPTMA (Ministerio de Obras Públicas, Transporte y Medio Ambiente) puso otra vez en suspenso la vida del toro ordenando retirar todas las vallas. Y, de nuevo, parte de España salió en su defensa. Numerosos municipios ofrecieron su propio terreno para levantar estos anuncios y varias Comunidades se pronunciaron a favor de que se mantuviesen en sus carreteras. Las que más lejos llegaron fueron la Junta de Andalucía, que pidió su catalogación como "bien cultural", y la Comunidad Foral de Navarra, que se amparó en una Ley Foral para mantener el toro de su territorio.Entonces, este icono publicitario dio un paso histórico para un elemento de su categoría. En noviembre de ese año tomó el Congreso, donde se aprobó una propuesta que le declaraba como una herencia cultural y artística del paisaje español.En diciembre de 1997, el Tribunal Supremo se sumaba a la "amnistía" a los carteles, declarando las siluetas parte del patrimonio cultural y artístico. La sentencia dejaba claro que "ha superado su inicial sentido publicitario y se ha integrado en el paisaje y debe prevalecer, como causa que justifica su conservación, el interés estético o cultural, que la colectividad le ha atribuido".Hoy, 50 años después de que se erigiese el primero, son más de 90 los Toros de Osborne que pastan por España.

1 comentario:

torodemelida dijo...

Anterior a Prieto fue el pintor Enrique Mélida. Melida también pintó la silueta de un toro sobre una loma en su cuadro "Se aguó la fiesta" (1876) que fue muy famosa en su tiempo. A pesar de ser el pintor de temas taurinos más influyente e importante de la mitad del siglo XX Mélida ha sido rápidamente olvidado.