Que nos queda siempre un huequecillo y dos agujeros más en el cinturón. Yo me tomaría algo dulce…, decimos siempre insensatos de nosotros y abrimos esa caja de Pandora que, como todo el mundo sabe, esta llena de calorías y de cosas buenas. Lo peor no es que nos echaran del Paraíso, tampoco es que a partir de entonces tuviéramos que ganarnos el curro con el sudor de la frente o la de los demás. Fue que a partir de aquel mismo instante, y para toda la eternidad, los postres iban a engordar un huevo, pero de avestruz. Que putada, y eso que era una triste manzana.