viernes, 7 de mayo de 2010

MARIPOSAS EN EL AIRE

Quiero comprar un metro cuadrado de cielo, un cielo sin manchas, ni arrugas. Allí construiré un castillo tan pequeño como una casa de muñecas y en su torre encerrare a una diminuta princesa por los siglos de los siglos. No le cantare canciones del Sabina, ni le ungiré con aceites sagrados ni aromáticos. No le comprare golosinas, ni zapatos de tacón, será la princesa de mis sueños y yo seré su Barba Azul.
En ese metro cuadrado enterrare estrellas de mar y una botella de coca cola, y la declaración de hacienda, pondré una sombrilla de colores como el arco iris, bueno mejor por las dudas a franjas blancas y azules y una bandera pirata con tibias cruzadas y todo. Tendré a Ángeles, demonios y dioses por vecinos. Espero que las reuniones de vecinos funcionen sin molestias. Lo veo difícil, pero para ponerse todos de acuerdo, será difícil.
Los aviones me intercambiaran mensajes y sus azafatas me ofrecerán sus cuidados y sus artículos Free Duty. Dormiré a cualquier hora, como los animales, al aire de la rosa de los vientos, espero que el tufillo del volcán no llegue hasta aquí. Espiare vuestros sueños y me reiré de vuestra grandiosa insignificancia, de vuestras torpeza y no sufriré por ello. Eso si, os maldeciré por vuestra intolerancia, al final rezare por vuestros pecados cuando al final tiemble el mundo y se arrase.
Mientras deshojo una margarita de vuelta a casa, pienso que no hay paraíso sin culebra. ¿Para que quiero un metro cuadrado de cielo? ¿Para que quiero ser naufrago del cielo? ¿Para morirme de aburrimiento? Los campos se han llenado de amapolas. El aire se llena de olor a hierba recién cortada. Le doy una patada a una lata, debe ser casi mediodía y sigo con el estomago vacío.
Quiero coger una mariposa, que se ríe porque sabe que nunca podré alcanzarla. Hombre, si fueran Treinta metros cuadrados como los pisos de la ministra, igual me lo pensaba, porque por aquí abajo la cosa esta triste, y no puedo ver la luz que dicen que se va viendo.