Las mismas que Goya apelaba en la amargura de contemplar la guerra inmisericorde.
Hace doscientos años nuestro Goya la retrato en sus grabados “ Los desastres de la guerra”, escenas que nos sobrecogen, hoy mas que nunca, de lo que es capaz un ser humano contra otro, la barbarie, el odio, el deseo de aniquilación, la violencia, la muerte, el hambre, y el absurdo de la condición humana.
Su denuncia es el alegato más descarnado y real contra la guerra, cualquier guerra, del triunfo de la sinrazón y las sombras.
No puede ser que no haya otra solución que declarar una nueva guerra, aunque se evite su nombre a base de eufemismos baratos.
Nos preguntamos si es que no hemos aprendido nada de la historia, esa lejana que parece que no nos pueda afectar sino de la mas reciente, de esas otras guerras que nuestro mundo contemporáneo, diplomático y “ culto” ha emprendido sin conseguir terminarlas.
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