Había serías dudas de si la realización de la televisión pública iba a volcarse en el duelo político de la gala, pero los primeros contraplanos de Sinde a las palabras de Buenafuente, con gesto de clara incomodidad, despejaron esas dudas. Durante la emisión de la segunda edición del Telediario, sin embargo, TVE decidió no conceder ni un solo golpe de cámara a los manifestantes del colectivo de internautas Anonymous que, agolpados en la Plaza de Oriente, lanzaban huevos a los artistas y gritaban consignas en contra del gremio de cineastas y de la ‘Ley Sinde’. Solo cuando posó para los fotógrafos el equipo de la película Balada triste de trompeta, liderado por De la Iglesia , los manifestantes tornaron en vítores sus ofensas. Por el contrario, gritaron hasta dejarse la voz cuando la ministra concedió una entrevista a TVE desde las puertas del teatro, pero la cadena consiguió rebajar el sonido ambiente con objeto de que los abucheos no se apreciaran en su directo. Entonces la página web de la televisión pública se llenó de comentarios que les acusaban de “manipulación” y “censura”.
Si la ministra no lo pasó demasiado bien en la alfombra roja, peor lo pasaría en el momento en que el presidente de la Academia de Cine subió al estrado para leer su discurso. Álex de la Iglesia comenzó su alocución sin hacer algo que suele ser habitual: saludar a las autoridades presentes en el auditorio. Y lo hizo además con cara de pocos amigos y con una dureza extrema para con las ideas de su opuesta: "Las reglas del juego han cambiado, Internet es la salvación de nuestro cine", decía el presidente. "No le tenemos miedo a Internet, es el presente, una manera de compartir información y cultura", proseguía . Los gestos de Sinde a las palabras de De la Iglesia eran más que reveladores.
y los de la Pajin no os cuento.
Mientras esto ocurría en el teatro, Twitter se colapsaba. Los Premios Goya eran el trending topic, lo más comentado del momento, y casi todo eran buenas palabras para De la Iglesia. Hasta el punto de que algunos llegaron a proponerle como próximo presidente del Gobierno. El hervidero en el que se había convertido la Red llegó hasta el patio de butacas, donde muchos estaban más atentos a los avatares del enfrentamiento Sinde/De la Iglesia que al desarrollo de la propia gala. Álex abandonó el Teatro Real nada más terminar la gala.
Sinde, que no tenía que rodar hoy, también salió disparada en cuanto Buenafuente puso fin a la ceremonia. Esquivó a los medios y apenas comentó lo acontecido con nadie, pero los que vivieron de cerca su viacrucis confiesan que se fue a dormir con un soberano cabreo. Por algo le había encargado semanas antes a su escudero Carlos Cuadros (director del ICAA) que lograse la destitución de De la Iglesia al frente de la Academia antes de los premios. Sospechaba que no iba a ser la de ayer una noche fácil para ella. Y desde luego no lo fue
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