Javier Borrego, natural de Villacagarrutillas de Arriba, se quitó la vida ayer ahorcándose de un olivo entre alaridos y gritos de dolor. Al parecer, el pobre cayó con tanta fuerza tras atarse el cuello a la soga y saltar de una rama de dos metros de altura, que dio dos vueltas alrededor de la misma para quedar suspendido de la maroma por uno de sus testículos. Lo grueso de la cuerda y su gran calidad (era auténtica soga coreana) hizo que el huevo izquierdo de don Borrego fuera casi arrancado de cuajo por el brutal estrangulamiento. Antes de desmayarse por el dolor, el finado soltó tal alarido que saltaron las alarmas de la Caja de Ahorros sita en el pueblo. Cuando llegaron los primeros vecinos, la cuerda había cedido provocando tal caída que fracturó el cuello del suicida.Aquí el Javier con la Lucinda en la boda de unos amigos comunes, eran tiempos felices. Arriba, en la copa del árbol, se halló una carta manuscrita que aclaraba lo ocurrido: una encendida declaración de amor a Lucinda acompañada de un poema de Carlos Salem, lo que demuestra que el pobre Javier había perdido la chaveta.
“Mejor así- declara Celedonio, el tío del muerto- Que er Javier no había podido superar la marcha de Lucinda”.- una cabra de raza hispano portuguesa, que se había fugado con un sargento de la Legión. El drama se gestó hace ya dos meses, cuando una bandera de la Legión pernoctó en el pueblo pues estaban de exitosa gira por Burgos, Palencia y Zamora. “Le pidieron la cabra al Javier pa desfilar por el pueblo y se la llevaron pa los ensayos- nos cuenta el alcalde- y se conoce que se la apretaron tos. El Javier dicía que ende entones estaba mu rara que ya no había comunicación. Se conoce cá la muy guarra le gustó lo que le hicieron y es que el Javier no tenía mucha experiencia. Pero eso sí, no tenía ojos más que pa ella”.No es la primera vez que algo así ocurría en el pueblo, aquí hasta murió una pobre gallina. En el pueblo están consternados por el comportamiento de la Lucinda y por el desgraciado final de esta historia de amor. Habla el cura, Don Sisebuto: “Vino a verme con la petición de que lo casara con la cabra, de eso hace ya dos años, y cuando le dije que no se me puso chusco. En cuanto me den el traslado me piro, mucha endogamia es lo que hay por aquí. Ya saben, llevan generaciones casándose entre primos y claro, acaban peor que los Borbones”. Una tragedia, en suma, y una valiosa lección amigos: no se encariñen demasiado con sus mascotas.
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