Dos maletas, el equipaje necesario para una estancia tan breve como un suspiro, tan larga como una vida. El tiempo suficiente para encontrarse como antaño, correteando por las amplias habitaciones de esa casa. Para descubrir esa parte de su pureza pueril que se corrompió al marcharse.
Con el rancio olor a humo del coche que ya se aleja, permanece en pie observando aquella casa, aquel bosque y aquel cielo tan despejado que permite hablar directamente con Dios. 'Nunca Jamás' lo llaman en los cuentos, yo prefiero llamarlo hogar.
Con el rancio olor a humo del coche que ya se aleja, permanece en pie observando aquella casa, aquel bosque y aquel cielo tan despejado que permite hablar directamente con Dios. 'Nunca Jamás' lo llaman en los cuentos, yo prefiero llamarlo hogar.
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