Y hasta te imaginas a tu mujer pegándote la bronca: ¡Desde luego, con la cantidad de horas que hechas en el bar y no comprar...Qué inútil que has sido toda tu vida. Y claro, dices al camarero: Dame cuatro.
A partir de ese momento la envidia te hace coger toda la lotería que te ofrecen: la de la panadería, la de la oficina, la del hogar del pensionista... Y ahí no acaba la cosa: pierdes los escrúpulos y hasta tus principios. Si te ofrecen lotería del PP, tú, que siempre has sido de izquierdas, la compras. Y ahí tienes dos boletos con la gaviota en tu cartera, al lado del carnet de Comisiones. Y todo por la lotería. ¿Ven como saca nuestros peores instintos?
Estás tan obsesionado con que te toque, que incluso crees en cosas de las que normalmente te ríes. Sale Aramis Fuster por la tele diciendo: Este año el gordo acabará en nueve, o en ocho, y hacedme el favor de sed muy felices...Y compras uno. Luego sale Rappel: Mi tarot te ayuda, El Gordo va a acabar en seis. Llama mi cuñada y dice que ha soñado que ha acabado en cinco. ¡Cago en diez! Y luego llama tu suegra: ¿Habéis comprado un número donde las inundaciones del año pasado?Y empiezas a mirar dónde fue la inundación más grave, que desde luego hace falta ser degenerado para ir a comprar donde hubo una desgracia: ¿Y dice usted que el agua sólo les llegó al tejado? ¿Y que no hubo muertos? ¡Bah! Eso no es una inundación ni es nada...Y luego, ya, el colmo. ¿Se han dado cuenta de que si la lotería es de otra ciudad nos parece que tiene mucho más valor? El que tiene te la ofrece como si fuera hachís: Tengo lotería de Ponferrada. ¿De Ponferrada? ¡No me digas! Pásame dos. Te paso uno por ser tú, pero no se lo digas a Rebolledo. Eres tan canalla que piensas: "Como toque en Ponferrada, se va a enterar Rebolledo".
La cuestión es que aparecen tus peores instintos: "A mi hermana no tengo por qué darle nada. Y bien pensado, si mi cuñado quiere comprarse un coche, que ahorre...Y mi suegra, con unos guantes de cocina va que se mata".Por fin llega el día del sorteo y por supuesto no te toca. Y encima tienes que aguantar la imágenes de la tele, que a los diez minutos te sacan a unos tíos en la puerta de un bar cogiéndose del cuello y saltando: "¡Oeee! ¡Oeee! ¡Oeeeee!¡Oeeeee!" De repente te fijas: "¡Coño, si es Rebolledo! Ha tocado en su barrio y el tío no me ofreció.
¿Será desgraciado? Hace falta ser mala persona".Pero lo que ya no puedo soportar es cuando sacan a uno que le han tocado cincuenta millones, que está como si nada: ¿Y usted qué va a hacer con el dinero? Yo nada, tapar agujeros... ¡Tapar agujeros! ¿Pero qué agujeros tendrá ese tío? Apagas la tele y te bajas al bar y nada más entrar te sueltan: No nos ha tocado nada, pero lo importante es que haya salud. ¡Pero eso faltaba! Que encima de que no me toca la lotería me atropelle un camión. ¿Será posible? En fin, queridos, que más que desear que nos toque la lotería, lo que hay que desear es que no le toque a nadie cercano
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