Si quieren los convocantes pueden apuntarse no solo el número de huelguistas sino también el de quienes han pactado con la empresa trabajar con el ordenador desde casa. O, al revés, el Gobierno puede creer un logro que hayan ido al trabajo ciudadanos que no creen en su política, pero que temen apuntillar su pequeño negocio, o no tienen el bolsillo para mas descosidos.
O zapatero aprovecha la huelga para homologarse con sus colegas europeos y afianzarse ante las instituciones europeas que le han arrancado una reforma que no contenta a nadie salvo al PSEO. Pero eso ni explicara ni arreglara un profundo malestar. Nunca en la historia democrática había habido una huelga anunciada con tanta antelación y preparada con tanta desgana. Quizás muchos de los que trabajaron y de los que hicieron huelga coinciden en algo básico: en esperar bastante mas del gobierno y sindicatos, y porque no de la oposición.
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